Tarde triste de llovizna fina,
de sol oculto tras nubes bajas...
una canción se desparrama
por la calle vacía y mortecina.
No hay otros ruidos, sólo silencio
que quiebran las gotas en la ventana,
mientras en la cocina, flota el olor intenso
del aceite que hierve y se inflama.
Tarde gris de tortas y pasteles
que endulzan horas tempranas oscurecidas,
costumbre antigua de mates y manteles
que alegran a la familia reunida.
Comedor repleto, ahora si, de gritos y cuentos,
de estufa a pleno y luces encendidas,
tarde de lluvia y furibundo viento,
que torna obligatoria la intimidad compartida.
SILDAGO
de sol oculto tras nubes bajas...
una canción se desparrama
por la calle vacía y mortecina.
No hay otros ruidos, sólo silencio
que quiebran las gotas en la ventana,
mientras en la cocina, flota el olor intenso
del aceite que hierve y se inflama.
Tarde gris de tortas y pasteles
que endulzan horas tempranas oscurecidas,
costumbre antigua de mates y manteles
que alegran a la familia reunida.
Comedor repleto, ahora si, de gritos y cuentos,
de estufa a pleno y luces encendidas,
tarde de lluvia y furibundo viento,
que torna obligatoria la intimidad compartida.
SILDAGO
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